La necesidad de radionovelas criollas (El Nuevo Diario)
0 comentariosAlejandro J. Gallard Prio
Revisando el dial, nos encontramos con una lamentable realidad, la ausencia de radionovelas de producción nacional, teniendo la experiencia de un pasado donde las ondas radiales cautivaban a los nicaragüenses con radionovelas como “El Derecho de Nacer”, “Tamakun”, “Los Tres Villalobos”, “El Derecho de ser Pobre” y “Don Juan Tenorio”, una obra de teatro que duraba casi tres horas, en “La Voz de América Central” de José Mendoza, entre otras.
Fue “Radio Mundial”, bajo la dirección de Manuel Arana, con las voces de actores como Sofía Montiel y José Dip McConnell, la primera emisora en el “boom” de las radionovelas. Años más tarde, la visión de un joven segoviano, Fabio Gadea Mantilla, con inquietudes de libretista y productor nos regala sus cuentos de tierra adentro “Pancho Madrigal” con la voz estelar del inolvidable Rodolfo Arana Sándigo, “Tío Popo”. Gadea Mantilla, al convencer a su amigo, el novelista José Román de llevar al aire su brillante obra basada en la humanidad de los trabajadores de una región bananera de Occidente, intitulada “Cosmapa”, obtiene gran triunfo con esta novela radial de 42 capítulos, que según tengo entendido volverá al aire.
Radio Corporación ha mantenido el arte teatral vivo, demostrando así que hay audiencia y oportunidad para las otras empresas radiales y aun para los canales de televisión de incursionar en este popular medio de entretenimiento, ya que contamos con una gran variedad de tópicos, donde mezclando la realidad nicaragüense con la ficción, podremos educar, transmitir cultura e inyectar el civismo que tanto necesitamos.
Tenemos excelentes actores, libretistas y guionistas que pueden llevar a la radio obras como las de Adolfo Calero Orozco, Hernán Robleto Z., Emilio Quintana y otros autores nicaragüenses y tienen además abundante material histórico en las vidas de ciudadanos como Darío, los De la Selva, Alfonso Cortés, Padre Azarías H. Pallais, Sandino, Zeledón, los Somoza, los Chamorro y otros tantos, para mantener en vilo a sus radioescuchas con radionovelas criollas de sabor popular. Y qué bonito sería arreglar las historietas del famoso General Arechavala y otras historias de la mitología nicaragüense para la niñez.
Si a esto le agregamos la necesidad de llevar a nuestros pueblos obras de teatro popular, dándole vida a teatros, como el Municipal de León y en caso de pequeñas ciudades, utilizar los kioscos de sus parques centrales o las iglesias parroquiales para llevar educación, cultura, historia nacional y entretenimiento a nuestro pueblo.
Quizás nuestros empresarios no tienen mucha experiencia en el rendimiento del patrocinio de radionovelas, radioteatros o teatros populares, pero sí saben de la importancia de brindar a sus consumidores una sana y provechosa diversión, lo que les daría a sus empresas y productos un prestigio que no se puede comprar con dinero.
Mientras llegamos a este sueño quijotesco de producir radionovelas criollas, retransmitamos radionovelas de los tiempos antiguos y animemos a que más estaciones de radio y televisoras sigan el ejemplo de Radio Corporación, leyendo los editoriales y artículos de opinión de los diarios nacionales, y presenten las caricaturas de los diarios nacionales y esas inigualables revistas de chistes y dibujos como “El Azote” y “El Alacrán”, donde resalta la creatividad criolla, una mezcla de la sátira güegüence y de quijotismo cervantino.
¡La meta es radio, televisión y teatro para educación y cultura!
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