martes, 1 de julio de 2008

Orlando Meza, una vida gloriosa que se apaga  

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Afectado por el mal de Lou Gehrig

Una voz, una figura, un gran hombre en dura batalla contra la adversidad

“Estoy triste por mi amigo”
Por René “El Chelito” Cárdenas

A mis familiares y amigos.
Orlando Meza, mi amigo del alma y Lou Gehrig, el orgullo de los Yankees.

“No jugué béisbol y estoy comparado con uno de los grandes del béisbol”, me dijo Orlando, al anunciarme la prognosis que acababa de escuchar en la voz de su médico. Lo trataron por años y nunca descubrieron que padecía de la enfermedad de Lou Gehrig. Hizo mil preguntas y las contestaciones fueron vagas, confusas y diversas, pero ni siquiera una al grano, mientras desfilaban medicinas y medicinas en su botiquín. Hablamos por teléfono por años casi todas las semanas y tratamos de comprender los males que sufría y nunca nos acercamos a la verdad. Fue hasta el fin de semana pasado que lo llevaron al hospital por una caída en casa, cuando escuchó por primera vez el nombre de la enfermedad que le venía agobiando por años.


¿Qué es la enfermedad de Lou Gehrig? Es una enfermedad grave que ataca la espina vertebral causando degeneración lenta de los músculos. Gehrig, el orgullo de los Yankees, a los 39 años de edad, fue la víctima que por su fama, dio a conocer la enfermedad al resto del mundo.


En los Estados Unidos, la enfermedad se conoce como ALS (amyothophic lateral sclerosis). En Inglaterra y Australia, la conocen como MND (Motor Neurone Disease) Los franceses la conocen como “El mal de Charcot”, porque el doctor francés, Jean-Martin Charcot, fue el primero en escribir al respecto en 1869.


Orlando, no es solamente compañero de infortunio de Gehrig. He aquí otros grandes que sufrieron el mismo padecimiento: el lanzador de béisbol y miembro del Salón de la Fama, Jim “Catfish” Hunter; Jon Stone, creador del programa de televisión “La Plaza Sésamo”; el actor inglés David Niven; el campeón de boxeo, Ezzard Charles; el jugador de fútbol americano, Glenn Montgomery y el Senador de Nueva York, Jacob Javits, entre otros.


Los familiares de Orlando en Miami, su hija Sonia; su hijo Oswaldo y su nieta Lupita, no desean recibir llamadas telefónicas o mensajes cibernéticos, porque quieren mantener privacidad hasta el día del desenlace que Dios decida. Hablé con ellos y me dijeron que Orlando decidió pasar los últimos días en su propio hogar, rodeado de sus seres queridos. En el hospital no aceptó que lo entubaran para prolongarle la vida y mantenerlo en estado inerte. Como hombre tremendo que es, optó por encomendar su alma a Dios y entregarle su último momento de vida en forma natural. De acuerdo a los deseos de Lupita, su nieta, los mensajes de entusiasmo pueden ser dirigidos a mi dirección electrónica.


No voy a precisar los años, pero yo estaba haciendo mis primeras armas de narrador deportivo en La Voz de Nicaragua, bajo la directa observación del Dr. Juan Velásquez Prieto, que me llevó de La Prensa a su radio para cambiar mi profesión. Allí narraba baloncesto, béisbol y boxeo.


La Voz de la América Central, supuestamente, era la mejor radiodifusora del país y la más celosa. No permitía que un nuevo valor se destacara en la frecuencia radial de otra empresa.


Después de mis primeros meses en el aire narrando con todo el entusiasmo juvenil los deportes populares del país en La Voz de Nicaragua, José Mendoza Osorno, dueño absoluto de La Voz de la América Central, comisionó a uno de los miembros de su radio, para que me invitara a una reunión en la cual se me ofrecería un contrato exclusivo.


En ese tiempo, Orlando Meza Lira, era cantante de tangos en los programas de radio-teatro, actor en el cuadro de comedias, consejero de Osorno y, locutor, dueño de la más bella y heráldica voz de la república. Cuando Orlando cantaba en los programas vivos de la radio, las chicas en el auditorio, demostraban máximo deleite. Orlando, fue el comisionado y la conferencia se efectuó en la Cafetería Matagalpa de Managua. La amistad con Orlando, perduró a través de las décadas. Fui narrador de béisbol y Gerente de Ventas de Radio Hit, La Pantera, emisora de su propiedad que le fue arrebatada y robada por el gobierno de Nicaragua que nunca se la pagó.


En 1959, Orlando y dos de sus socios de Unión Radio, entonces la más poderosa emisora de Nicaragua, me visitaron cuando yo hacía los juegos de los Dodgers en el Coliseo de Los Ángeles. Me invitaron a narrar los juegos de la pelota invernal nicaragüense en ese mismo año, temporada en que los Dodgers hicieron sucumbir a los Medias Blancas de Chicago, para ganar la primera Serie Mundial efectuada en el Oeste.


Estoy seguro que alguien se encargará de escribir la vida de éste gran artista que Nicaragua vio nacer. El día que Orlando entregue su alma al Todopoderoso, Nicaragua habrá perdido a uno de sus grandes valores, pero él ganará el derecho de andar en el camino de los pocos, el camino florido que lleva hacia Dios.


Un abrazote para todos.


(*) fitoiii@aol.com

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